
Reflujo Laringofaríngeo
(Reflujo Silencioso)
El reflujo laringofaríngeo (RLF), también conocido como reflujo silencioso, es una condición que puede pasar desapercibida durante mucho tiempo, ya que muchas veces no se presenta con acidez u otros síntomas gástricos típicos. Sin embargo, puede afectar seriamente la calidad de vida si no se diagnostica y trata de manera adecuada.
¿Qué es el reflujo laringofaríngeo?
El RLF ocurre cuando el contenido del estómago, incluyendo ácido y enzimas digestivas, sube hasta la laringe (caja de la voz) y la faringe (garganta), irritando sus delicadas mucosas. A diferencia del reflujo gastroesofágico (ERGE), que causa ardor o agruras, el RLF puede no generar molestias digestivas visibles.
Síntomas comunes del reflujo silencioso:
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Carraspeo frecuente o necesidad constante de aclarar la garganta.
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Sensación de “nudo” o cuerpo extraño en la garganta.
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Tos crónica, sobre todo al acostarse.
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Disfonía o voz ronca, especialmente por las mañanas.
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Irritación o dolor en la garganta sin causa infecciosa aparente.
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Goteo retronasal o sensación de moco espeso en la garganta.
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Sensación de ahogo o dificultad para tragar.
¿Cuándo puede ser necesaria la intervención médica?
Si alguno de estos síntomas persiste por más de dos semanas, es recomendable acudir con un especialista, ya que el RLF puede causar daño progresivo a las cuerdas vocales y la laringe, e incluso simular otras patologías como infecciones o alergias.
Consulta médica inmediata si presentas:
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Cambios en la voz que duran más de 15 días.
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Dificultad para tragar o sensación de cierre en la garganta.
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Tos persistente sin causa clara.
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Episodios de ahogo o sensación de “no poder respirar bien”.
¿A quiénes afecta normalmente?
El reflujo laringofaríngeo puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más común en:
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Profesionales de la voz (maestros, cantantes, locutores).
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Personas con antecedentes de reflujo gastroesofágico.
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Individuos con obesidad o malos hábitos alimenticios.
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Pacientes bajo altos niveles de estrés o ansiedad.
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Bebés y niños pequeños, en quienes puede manifestarse con ronquidos o problemas respiratorios nocturnos.
Tratamiento
El tratamiento del RLF suele ser multifactorial, incluyendo cambios en el estilo de vida, medidas dietéticas y, en algunos casos, medicación.
Recomendaciones comunes incluyen:
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Elevar la cabecera de la cama al dormir.
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Evitar alimentos irritantes: café, chocolate, alcohol, frituras, picantes, etc.
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Comer porciones pequeñas y no acostarse justo después de cenar.
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Evitar ropa ajustada que aumente la presión abdominal.
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Dejar de fumar.
Tratamiento médico:
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Inhibidores de la bomba de protones (como omeprazol), recetados por el especialista.
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Antiácidos o medicamentos que ayudan a vaciar el estómago más rápido.
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En casos severos, puede requerirse tratamiento quirúrgico o terapias especializadas.
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